Estaba buscando un paraguas pequeño que cupiera en un bolso de tamaño casi pequeño. No me gusta ir con esos paraguas enormes que no sabes dónde meterlos. Prefiero un paragüitas casi diminuto. Fue el que encontré después de buscar en varias webs. Además, es un paraguas con protección de rayos UV, igual que las sombrillas que llevamos a la playa. Te puede parecer una chorrada pero no lo es. Vale la pena gastar un poco más y llevarte el paraguas que tiene la tela que te protege de los rayos más nocivos del sol cuando llueve.
Mi chico dice que es una chorrada. No cree en las protecciones frente a la perversidad del sol. Tanto tiene que sean cremas solares como telas. Mi amorcito es un hombre sin fe en la ciencia. Por eso prefiere pensar cuántos meses me va a durar el paraguas. No creo que me dure meses. En el primer vendaval que pille acabará su vida útil sin remedio. Los paraguas vienen de China los compres donde los compres. Y ya sabemos que los chinos de la China de la muralla no fabrican demasiado bien porque cobran salarios muy bajos. Los sindicatos nunca los defienden y así están.
Yo estoy contenta con mi paraguas. Dudaba si comprarlo en azul o en blanco. Finalmente elegí el paraguas blanco porque me parece mucho más elegante. También es más manchadizo. Pero se puede limpiar.
Para tenerlo limpio como los chorros del oro, lo meto todas las semanas en cuando en un cubo con líquido blanqueador para ropa y abundante agua. Me queda más blanco que la nieve de la Sierra de Madrid.
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