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Hotel caro, hotel barato

Me encanta Singapur porque es una ciudad muy cosmopolita. Lo que llevo peor es que haya un exceso de turistas en mi humilde opinión. Me ponen de los nervios tanto turista quitando fotos.

Por eso prefiero alojarme en sitios apartados de la masa de turistas. Uno de mis hoteles favoritos en esta ciudad es el Mandarin Oriental Hotel Singapur.


Es un hotel que hace años sufrió una reforma a fondo y se le nota. Resulta cómodo. También resulta cómodo por lo cerca que te queda del aeropuerto. Nosotros alquilamos un coche y nos pusimos en una media hora en la puerta del hotel.

En este hotel te tratan como a una princesa. El personal del hotel es muy amable, están siempre pendientes de tus menores necesidades y de todos tus deseos.

A nosotros nos dieron una habitación muy luminosa, pero nada de iluminación artificial. Aquello lo naba el sol que entraba por los grandes ventanales que cubrían una pared completa. Te asomabas y tenías unas preciosas vistas del mar.

La decoración oriental está muy presente en todas las estancias del hotel. Pero no es una decoración recargada, al contrario. Es una decoración elegante, lujosa, con un toque oriental que refuerza la sensación de lujo que tienes nada más entrar en el hotel.

Se nota que estás en un cinco estrellas: las habitaciones amplias, la decoración, el trato del personal, la comida, el desayuno,... Todo es de lo mejor de lo mejor.


El hotel es enorme. En total tiene unas quinientas habitaciones y suelen estar ocupadas casi todas. Falta le hacen los cuatro o cinco restaurantes que tiene para comer sin estrecheces. Mi favorito era el restaurante italiano. Te ofrecían unos platos que nada tenían que envidiar a e sirven en los mejores restaurantes de Roma.

Os recomiendo este hotel que está en Marina Square. Tiene un spa divino. Pero yo no pasé mucho tiempo en el spa porque estaba en Singapur por motivos profesionales y no tenía tiempo de mucho relax. Ni siquiera me pude apuntar a unas clases de yoga que impartían en el hotel. Me quedé con las ganas. Otra vez que vaya no me las pierdo seguro.
 
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Cuando estoy en Madrid casi prefiero los hoteles baratos, sobre todo si están tan bien situados como el Hotel Best Western Arosa, un hotel que se encuentra en la Gran Vía. Puedes desplazarte desde él en transporte público. Yo adoro ir en metro.


En el Hotel Best Western Arosa es mejor ir pensando desplazarte en transporte público porque estamos ante un hotel que no tiene parking. Yo en una ocasión que había alquilado un coche me las vi y me las deseé para aparcar por la zona. Tenía la alternativa de un parking público de pago, pero, después de que me dijeron los precios, opté por aparcar el coche donde le encontré sitio después de dar vueltas y más vueltas.


La estancia en este hotel siempre me salió muy bien de precio. Yo pido siempre un cuarto interior. Son habitaciones que tienen menos ruidos que las que dan a la Gran Vía.

El hotel es un cuatro estrellas que necesita una reforma que no acaban de hacerle. Van cambiando cosas. Por ejemplo, la última vez me dieron una habitación que se notaba que le habían cambiado los sanitarios hacía poco tiempo, pero habían elegido unos sanitarios muy de piso de barrio. Parecían salidos de una mezcla de Ikea y todo a cien.

Pero estaba too muy limpio y eso es lo importante. Las sábanas te las cambian a diario. Los suelos se ven limpios como una patena. Los espejos del baño están impolutos. En cuanto a limpieza hay que darles un diez.

El personal es muy profesional, pero sin amabilismos innecesarios.


Lo que más me gusta del hotel es el salón donde sirven los desayunos. Es un salón con aire antiguo que te hace pensar que el hotel ha vivido tiempos mejores. Tienes la sensación de estar en el típico salón de un palacio. Por eso nunca me pierdo un desayuno en este hotel.


El desayuno tampoco defrauda si no eres muy exigente. Mis exigencias a la hora de desayunar se limitan a pedir abundancia y variedad. Ambas cosas encuentras en este hotel. Hay gran cantidad de comida que va desde la bollería industrial típica hasta zumos variado de cartón o mucho embutido. La última vez que estuve había también huevos revueltos. Ni los probé. A mí un huevo nadie me lo mete por la mañana temprano, ni revuelto ni sin revolver. Mi estómago no aguanta ese tipo de comida. Yo soy de tomarme un zumo, un café y picar algo de bollería con fiambre.
 
 

LO MEJOR DE LO MEJOR